"Pero sintió cómo la embargaba una felicidad extraña, salvaje y desconocida, y supo que aquello era el amor.
Dos veces en su vida lo había confundido con otra cosa; era como cuando una persona va por la calle y ve a alguien que cree que es un amigo suyo: le silba, le hace señas y corre hacia él, pero no sólo no es el amigo, sino que ni siquiera es parecido. Al cabo de unos minutos aparece el amigo y entonces resulta incomprensible haber podido confundir a otra persona con él. Linda estaba contemplando ahora el verdadero rostro del amor y lo sabía, pero le asustaba que hubiese llegado de una forma tan fortuita , a consecuencia de una serie de accidentes. Intentó recordar cómo se sentía cuando quería a sus dos maridos, al principio. Debió de haber alguna emoción fuerte y apremiante; en ambos casos había trastocado su vida, había disgustado a sus padres y amigos para poder casarse con ellos, pero no lo recordaba. Sólo sabía que nunca en toda su vida, ni siquiera en sueños, y eso que había tenido grandes sueños de amor, había sentido nada remotamente parecido".
Nancy Mitford. "A la caza del amor".
Ed. Libros del Asteroide.
www.librosdelasteroide.com
jueves, 17 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario